Comienza una vez más otra temporada de bodas y la vida sigue igual en cuanto a este tema… «el intrusismo».
«La crisis ha despertado y fomentado el fenómeno, aunque más que intrusismo yo lo llamaría fraude, porque no pagan impuestos (la actividad está gravada con el 21% de IVA), ni la cuota de autónomos, ni firman ningún tipo de contrato. No es una cuestión de tener una formación o ser mejor o peor «dj», sino que el problema está en que no tienen ningún tipo de responsabilidad.
Quienes evitan el papeleo y cobran en negro lo hacen, evidentemente, con unas tarifas muy reducidas. Ese es su factor diferencial. «De este modo, quitan el trabajo a los profesionales que cumplen con los trámites e intentan sobrevivir bajo la legalidad».
Os dejo un enlace que publica mi amiga y compañera del sector Marilé, en el cual se refiere a su profesión, pero que puede abarcar hacia la variante de la música, tan corrompida en los últimos años.
Os cuento una anécdota; el año pasado me llamó un cátering muy conocido de la zona de la Coruña, para hacer 3 bodas a última hora en las cuales el dj que habían contratado no respondía a las llamadas de los novios, ni daba señales de vida, parejas a las cuales yo en su día había dado mi presupuesto, pero que no aceptaron porque tenían otro más “económico”…
Pues ya veis, a la larga lo barato sale caro…